Environmental Conservation and Activism

" 'Venimos para que cure a mi hija, la gamita, que está ciega.'

'Vamos a ver qué tiene esta señorita,' dijo el cazador.

Le examinó así los ojos, bien de cerca con un vidrio redondo muy grande...

'Esto no es gran cosa,' dijo por fin el cazador, 'Pero hay que tener mucha paciencia. Póngale esta pomada en los ojos todas las noches, y téngala veinte días en la oscuridad. Después póngale estos lentes amarillos, y se curará.'

'¡Muchas gracias, cazador!' respondió la madre, muy contenta y agradecida. '¿Cuánto le debo?'

'No es nada,' respondió sonriendo el cazador. "

Fragment from The Blind Deer (La gamita ciega) from the book South American Jungle Tales (Cuentos de la selva) by Horacio Quiroga.

"Ahora- se dijo el hombre -voy a comer tortuga, que es una carne muy rica.

Pero cuando se acercó a la tortuga, vio que estaba ya herida, y tenía la cabeza casi separada del cuello, y la cabeza colgaba casi de dos o tres hilos de carne.

A pesar del hambre que sentía, el hombre tuvo lástima de la pobre tortuga, y la llevó arrastrando con una soga hasta su ramada y le vendó la cabeza con tiras de género que sacó de su camisa, porque no tenía más que una sola camisa, y no tenía trapos...

La tortuga quedó arrimada a un rincón, y allí pasó días y días sin moverse.

El hombre la curaba todos los días, y después le daba golpecitos con la mano sobre el lomo. La tortuga sanó por fin. Pero entonces fue el hombre quien se enfermó."

Fragment from The Giant Tortoise (La tortuga gigante) from the book South American Jungle Tales (Cuentos de la selva) by Horacio Quiroga.

"En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban:

'No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola vez de mi inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, si hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos -la felicidad de todos- es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.'"

Fragment from The Lazy Bee (La abeja haragana) from the book South American Jungle Tales (Cuentos de la selva) by Horacio Quiroga.

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