Natives

"¡Tarangué! ¡Tarangué! La tribu desaparecida. La que sucumbió defendiendo su tierra bajo el acero y el arcabuz del conquistador, la que en la alta noche de la derrota contempló el incendio de su churuata... Ya algunos indios lloraban, con esa extraordinaria facilidad que para ello tienen...Eran los negros abismos de la infinita tristeza del indio los que ahora se abrían, el fondo atormentado del alma de la raza vencida, despojada y humillada."

Fragment from Canaima by Rómulo Gallegos. 

“Pues bien: seguía las huellas de Lucianito hacia el Putumayo. fue en Sibundoy donde me dijeron que había bajado con unos hombres un muchachito pálido, de calzón corto, que no representaba más de doce años, sin otro equipaje que un pañuelo con ropa. Negóse a decir quién era, ni de dónde venía, pero sus compañeros predicaban con regocijo que iban buscando las caucherías de Larrañaga, ese pastuso sin corazón, socio de Arana y otros peruanos que en la hoya amazónica han esclavizado más de treinta mil indios.”

Fragment from The Vortex (La Vorágine) by José Eustasio Rivera. 

“Para la comunidad de Ponchopire antes había sido el cauchero Federico Contimano el racional por antonomasia. Que luego resultó como casi todos: un explotador brutal que les pagaba con abalorios, puñados de sal y trozos de papelón el caucho que para él recogían. Pero como el indio fatalista ya nada espera de su raza humillada y vencida, para librarse de las expoliaciones del blanco, o del supuesto civilizado sin distingos de matices de la piel, procura siempre ganárselo a partido sometiéndolo a su patrocinio, a veces gustosamente.”

Fragment from Canaima by Rómulo Gallegos. 

“Los indios encargados de procurarnos la mercancía fueron estafados por los tenderos de Orocué. En cambio de los artículos que llevaron: «seje», chinchorros, «pendare» y plumas, recibieron baratijas que valían mil veces menos. Aunque el Pipa les enseñó cuidadosamente los precios razonables, sucumbieron a su ignorancia y la avilantez de los explotadores volvió a enriquecerse con el engaño. Unos paquetes de sal porosa, unos pañuelos azules y rojos y algunos cuchillos, fueron írrito pago de la remesa, y los emisarios tornaron felices de que, como otras veces, no los hubieran obligado a barrer las tiendas, cargar agua, desyerbar la calle, empacar cueros.”

Fragment from The Vortex (La Vorágine) by José Eustasio Rivera.